Como ocurrió con otros eventos, el pasado año, debido a la crisis sanitaria, se suspendió el antiguo rito de los Calderos de Nochebuena, que ha servido, tradicionalmente, para anunciar la Navidad. En este año atípico, los niños no pudieron arrastrar por las calles de Chiva, las ristras de objetos viejos de hojalata y otros elementos ruidosos por las calles. Una costumbre, que parece una reminiscencia de atávicas prácticas de expulsión del mal; un ritual entrañable que se ha conservado, en parte, gracias a la colaboración, en estos últimos años, de la Asociación Peña Taurina El Torico, dentro de su interés por salvaguardar la cultura popular.
Los mismos protagonistas completaban antaño este rito infantil golpeando las puertas de madera con mazos y garrotes, quizá para anunciar la navidad o las liturgias religiosas venideras; de la misma forma que hacían sonar las carracas atronadoramente, por toda la villa, en el Toque de Gloria del Sábado Santo, ya en otro ciclo festivo del calendario anual. De hecho, en otras provincias, también los chiquillos arrastran latas en otras festividades, como por ejemplo, para llamar a los reyes magos, antes de la cabalgata.
Porque la navidad todavía sigue siendo, como en el resto del país, el tiempo del jolgorio, del abuso, de los gastos desmesurados y los regalos; y el escenario doméstico sigue siendo el más importante, siendo la noche de navidad la más significativa.
Antes, pese al frío, esa velada, también se cantaban villancicos por las calles, acompañados de instrumentos de cuerda o con carracas y zambombas, en medio de un bullicio que solo interrumpía la “Misa del gallo”; quizá haciendo honor a ese villancico tan popular: “Esta noche es nochebuena y no es noche de dormir, saca la bota morena que me quiero emborrachar…”. Ahora éstos se cantan más en el interior de los hogares y, en muchos, se celebra la costumbre “importada” del “Papa Noel”. Éste, como el mismo árbol de Navidad son elementos que derivan de antiguos cultos europeos, que celebraban el solsticio de invierno; también la misma Navidad evoca las saturnales romanas que señalaban la transición del año viejo al nuevo y celebran el nacimiento del dios Sol. Estaban dedicadas a Saturno, dios del tiempo, la abundancia y la alegría.
Los regalos en estas fechas parten, pues, de época precristiana ya que, desde antiguo, San Nicolás, el protector de los niños, repartía regalos, como el “Father Christmas”, “Pere Noel”, el “Olentzero” vasco, el “Apalpador” gallego o el “Tió de Nadal” de Aragón, Cataluña y norte de nuestra región, entre otros arcaicos benefactores.
Por otra parte, si bien no se han mantenido, en el calendario laboral, los tres días festivos que seguían a la nochebuena, sí que se conserva el del primer día de navidad, las felicitaciones y la comida familiar. Aunque en muchos hogares ya no se come puchero con pelotas, ni se mata el tito, ni las familias elaboran pastas en los hornos, para consumir esos días; ni tampoco se besa la mano del padrino cuando se va pedir el aguinaldo. Además ya no se celebran bailes esos tres días, por las noches, como antes se hacía a partir de la Purísima.
También los regalos son obligatorios el Día de Reyes, así como la Cabalgata del día anterior que, ya este año, también ha sido suspendida. Además ha adquirido relevancia, la Noche de fin de año, que se potenció a principios del XX, cuando aparece el árbol de navidad y la cena de las uvas. Hoy la celebración es menos entrañable que hace unos años, cuando todo el mundo acudía a la Mutua a un baile intergeneracional, donde se bailaba rodando el local.
En fin, este año la Navidad ha sido algo rara, pero estamos seguros que nuestros Calderos, pese a la pausa, volverán a resonar en señal de fraternidad. Esperemos que los reyes magos nos traigan salud y en 2021, volvamos a vivir esas tradiciones que contribuyen a la armonía y la salud del pueblo; como el Torico, el gran rito purificador, lustral, de vida.
JCM.
Centro de Interpretación del Torico