En el artículo anterior comentamos uno de los objetos más singulares que encontramos en el Centro de Interpretación del Torico (CIT): una cinta de seda bordada por Amparo V., en 1925, que, por lo visto, se empleaba en las carreras de Cintas a caballo en el marco de las popularísimas Cucañas (desaparecidas en los años ochenta). Aprovechamos para rememorar, además de ese juego, el del palo ensebado. Ahora, vamos a seguir repasando otras de esas divertidas pruebas de habilidad o fuerza que tenían gran relevancia, dentro de ese gran rito de paso o gran juego de cortejo que es el Torico.
Podríamos mencionar, entre esas actividades lúdico-deportivas, competiciones como las Carreras de mulas o caballos, de sacos, de bicicletas o de natación(en la balsa); o los Pulsos y el Tiro de cuerda, por ejemplo. Pero vamos a centrarnos, por lo limitado de nuestro espacio en dos muy singulares: el Tiro de garrote y la Piñata.
El Tiro de garrote*, es un deporte fuerza tradicional, de origen pastoril, que en otra época fue muy popular entre los pastores y que todavía pervive en diferentes regiones del país, como Aragón o Cantabria. Se conoce también como Tiro de palo o Tiro al garrote, según zonas y, en Chiva, dejó de practicarse alrededor de los años setenta del pasado siglo. Fueron famosos tiradores, por ejemplo, vecinos como Agustín Herráez, los hermanos Garbera o los “Sebollos”, todos ellos de gran corpulencia y poderío físico; aunque también era importante la pericia o la resistencia para ganar en la pugna.
Este desafío consistirá, básicamente, en intentar levantar al contrario del suelo. Los dos contrincantes agarrarán un palo, un estil o un garrote, sentados y con las plantas de los pies pegadas el uno al otro (en algunas zonas del norte, separadas por una tabla). De esta forma, se realizarán dos tiradas y los jugadores agarrarán el palo una vez por dentro y otra por fuera; es decir uno lo asirá por su centro, con las dos manos juntas (por dentro) y el otro con las manos pegadas a las del anterior (por fuera); y si hubiese empate se tiraría una tercera.
El palo se situará encima de los pies en posición horizontal y el reto comenzará a la voz del juez o árbitro de “agarrar”. Entonces cada jugador se aferrará al garrote, esperando la voz de “tensar” y “tirar”, disponiendo entonces de un tiempo, normalmente pactado (alrededor de medio minuto), para levantar al contrario. Así, tras una apariencia bastante sencilla, lo cierto es que se esconde uno de los deportes tradicionales más duros y que mayor resistencia exige dentro de los juegos de fuerza.
Por otra parte, el enfrentamiento se decidirá por sorteo, según inscripción y atendiendo al desfase de peso y edad entre los participantes para designar las categorías. Además, las tiradas se harán por liguilla o eliminatoria y en el desarrollo, los participantes no podrán retorcerse ni intentar maniobras de desestabilización al contrario, así como soltar el palo conscientemente, ya que les llevaría a la descalificación. Si en el curso del duelo los jugadores decidieran no tirar puede entenderse por empate o victoria de uno de ellos, según lo acuerden. Ganaría el tirador con más victorias, puesto que estas se cuentan una por una.
Por otro lado, la Piñata, consistía es una olla o una jarra de cerámica local que colgaba en el centro de una cuerda y llevaba monedas en su interior. Recuerdo como los clavarios estiraban la soga para dificultar la rotura del cántaro por parte del vecino que intentaba esclafarla, desde abajo, con un palo o garrote y los ojos vendados. A este se le daban unas vueltas para desorientarlo y comenzaba a “dar palos de ciego” hasta que conseguía romperla; entonces los asistentes intentaban coger el dinero que estaba mezclado con agua ensuciada con productos como la fuchina.
Según narra Marco Polo en su libro Il millione, también conocido como Los viajes de Marco Polo, las piñatas son originarias de China, en donde se utilizaban para las celebraciones de año nuevo. Posteriormente, el aventurero veneciano llevó esta tradición a la región trasalpina, en donde se adaptó a las festividades de la cuaresma. De allí pasaron a la Península ibérica, desde donde se difundió, posteriormente, a otros países de Latinoamérica, como México, donde se hizo muy popular. Sin embargo, también existe evidencia de que los aztecas realizaban una festividad similar para celebrar al dios Huitzilopochtli.Incluso, parece que este juego se utilizó como herramienta de evangelización en el Nuevo Mundo.
Así, a principios del siglo XVI, los misioneros españoles que fueron a América atrajeron a los habitantes locales a sus ceremonias utilizando piñatas. Los frailes hábilmente transformaron la ceremonia tradicional de la olla de barro en sesiones de instrucción religiosa. En concreto, en México, en las fiestas de aguinaldo, los días previos a la Navidad introdujeron la olla cubriéndola con papel de color, dándole un aspecto impresionante. Ésta tenía la forma de una estrella con siete picos que representaban los siete pecados capitales y los brillantes colores de la piñata simbolizaban la tentación. La piñata se transformaba, así, en una representación de la fe ciega y de la virtud o la voluntad para vencer el pecado. Además, los caramelos y otras golosinas dentro de la piñata representaban las riquezas del reino de los cielos. De esta forma se dotaba al juego de un gran simbolismo religioso: Con fe y una sola virtud se podía vencer el pecado y recibir todas las recompensas de los cielos.
En esta ocasión, hemos repasado dos juegos, más de los que se desarrollaban en las divertidas y entrañables Cucañas; otro elemento fundamental dentro del sistema ritual del Torico, que deberíamos intentar recuperar, pues, como hemos ido viendo, es clave para descifrar el significado y el sentido de nuestro festejo más emblemático.
JCM.
Centro de Interpretación Patrimonial.
*Es muy interesante el artículo de José Luis López Sanz, sobre este deporte, editado en el número siete de la publicación “Átame” (2012).
Tiro al garrote. Recreación J.C.M.
Piñata. Recreación J.C.M.
Baile de Torrás. Años veinte. Archivo Manuel Mora.
Almuerzos antes de las Cucañas. Foto F. Gimeno.
Torico en 1928. Foto archivo Luis Fenech.