Una vez repasados los actos festivos en los que interviene la música popular con dulzaina y tamboril o con instrumentos de cuerda, y antes de pasar a aquella en la que interviene la música más “culta” o de banda, queremos hacer una pequeña pausa. Queremos darnos un pequeño respiro entre las carreras, las danzas y el jolgorio que trae la fiesta, para descansar y “echar un bocaico”.

Porque la gastronomía es otra parte vital en nuestros festejos; En torno al Torico, nuestra ancestral fiesta de cosecha, giran numerosos elementos culturales, entre ellos productos y platos que son pilares en nuestro patrimonio gastronómico. Así pues, en esta ocasión, como tampoco se trata de “llenar el perrico” y “reventar como una caparra”, vamos a hablar de dos dulces emparentados entre ellos y ligados intrínsecamente a nuestro festejo: el Rollo de San Roque y la Dosetica o Rosquilleta del toro.

Como sabemos el primero está asociado a la figura del santo milagrero San Roque, a quién están dedicados nuestros festejos. El taumaturgo  que nos libra de pestes y epidemias, que lustra el pueblo, como nuestro simbólico toro de vida, nuestro tótem astral. De ahí que su rollo sanador  tenga la forma circular, como la de un anillo o un nimbo solar; siempre asociada a la resurrección, a la existencia.

Por otra parte, la dosetica, con forma de matriz, es parte de las viandas con las que se homenajea a los mozos que llevan al animal que es símbolo de la fuerza de la naturaleza, a la casa de la moza; en este ritual de paso, de cortejo que coincide con la época de la fecundidad, de esa cosecha que protege la virgen madre. Alimentos simbólicos como los higos, el agua y el vino (o la mistelica del terreno) que también tienen connotaciones genésicas, regeneradoras o lustrales. Alimentos para culminar ese brindis especial cuando las astas penetran en el umbral, para preñarlo y purificarlo cuando las cambras están repletas de frutos; como los atávicos ritos íberos.

Pero además de su afinidad simbólica, ambos productos comparten los mismos ingredientes, de hecho solo se diferencian por su forma. Estos componentes “mágicos” serán: harina, azúcar, aceite de oliva, levadura de cerveza, laboretas y agua. Todos ellos se mezclan, se amasan, se dejan fermentar y se cuecen, para convertirse en el elixir catártico y poderoso que nutre la esencia de nuestro pueblo.

Para finalizar señalar que, entre otros elementos, en una de las vitrinas de nuestro Centro de Interpretación podemos ver los rollos que reparten clavarios y clavarias el día de San Roque (junto al panel que destaca el papel histórico de estos jóvenes “casaderos” en los festejos). Así mismo, otro bodegón (con doseticas, licores, botijo y jarrica tradicionales de nuestros alfares, etc.), refleja ese momento glorioso y entrañable de descanso, que llega tras la tensión de la carrera. El tiempo de brindar y compartir con los paisanos, con los amigos, anécdotas, agasajos y pertrechos que son vitales en nuestro agitado devenir.

JCM

Centro de Interpretación del Torico.

CIT

Foto Miguel Carrión

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