El bastón o garrote ha sido tradicionalmente, además de un instrumento útil para caminar (apoyarse o guardar el equilibrio) y un complemento de adorno en la vestimenta masculina, un utensilio eficaz para la defensa o para dirigir y controlar las reses, entre otras cosas. Así mismo, desde antiguo, ha sido considerado símbolo de poder, de sabiduría, de mando; signo de dignidad y prestigio. Tenemos ejemplos, según su función, como el bastón de mando de los gobernantes y los militares, el bastón de combate de los caballeros, el báculo de los obispos o de los cofrades, la porra de los policías, el bordón de los peregrinos o la vara de los jueces, para impartir justicia.
Este instrumento ha sido, además, uno de los elementos fundamentales en la indumentaria del clavario de San Roque, como podemos ver en el Centro de Interpretación del Torico (CIT). Aquí se exponen garrotes de diferente morfología, siendo los más antiguos que conservamos, del siglo XIX, más finos y elegantes, similares a los bastones de paseo o a los gayatos con punta de metal que protege la madera. Éstos son ideales como complemento para pasacalles o ceremonias más solemnes. Pero, según testimonio orales y como vemos en fotos de finales del XIX o principios del XX, los clavarios también utilizaban otros menos delicados, similares a los de los pastores. Serían más aptos para controlar al ganado que se utiliza en el ritual o, incluso, a aquellos participantes del festejo que no respetaran al propio toro o a otros corredores. No en vano, el clavario es quién organiza el festejo, hasta 1965 y a él ha correspondido mantener el orden para que se pueda desarrollar el rito de cosecha, de paso; en él ha demostrado su madurez y responsabilidad.
Así, pues, parece que se utilizarían ambos, aunque al final, con el tiempo, ha ido consolidándose el segundo modelo que, además, ha sufrido también una evolución más decorativa que formal, como veremos, similar a la del abanico de las clavarias, como subrayamos en artículos anteriores.
Vemos, pues, en nuestro centro, por una parte, esos bastones decimonónicos, ligeros y refinados, de acabado pulido y con empuñaduras de metal o revestidas de cuero, como el de Francisco Miró o algunos cedidos por Luis Fenech de esta centuria y de principios del siglo XX. Como ocurría con los abanicos de esa época, son más elegantes que los posteriores, entre otras cosas, porque el XIX es también la época dorada en la difusión del bastón y su uso como símbolo de distinción está más arraigado. De ahí que se busque un utensilio más selecto, al que se le da un mayor uso, dentro y fuera del festejo.
Así mismo se exponen otros garrotes de todo el siglo XX, con una empuñadura curva, también, en forma de cayado. Son singulares, aparte de los citados, en los albores de la centuria, por ejemplo uno de 1931 con punta abultada, en forma de porra; o el de 1944 de caña de Bambú y decoración de marfil (ambos también cedidos por Luis Fenech). Pero el año que marca un antes y un después en la decoración de este utensilio (repetimos, según los ejemplos estudiados en el CIT), es 1945.
Otra vez es el pintor local Manuel Mora Yuste el que ornamenta, por primera vez un bastón, con motivos relativos a nuestros festejos o a nuestra tierra. Como podemos apreciar en el que exhibe el centro, de Juan Morea, con empuñadura de cuero y punta de metal, similar a los que veíamos a finales del XIX y principios del siglo XX, pero con las iniciales del clavario tatuadas, así como la cabeza del torico, con la badana y la cuerda.
Este espectacular garrote nos recuerda a las varas de los cofrades del Toro de San Marcos de algunos pueblos del oeste peninsular como Casas del Monte, que exhibían la cabeza de un toro por un lado y la del santo por la otra. Similares motivos veremos en otros gayatos, muchos de ellos del mismo autor, como el del propio hijo del clavario anterior y del mismo nombre, de 1968; o el de Ricardo Fenech, de 1972.
Este será el modelo, pues, que se establezca y que repetirán otros pintores, la mayoría locales. Sirven de ejemplo, entre los que conserva el CIT, el bastón de 2010, de Fernando Casanova, el artista que más se ha prodigado en este género, desde finales del XX hasta la actualidad, igual que ocurría con los abanicos. O el de 2012, del mismo autor, que esgrimían los clavarios de 1962, pues desde hace unos años se vienen fabricando garrotes para conmemorar los aniversarios de algunas clavarías.
Por otro lado, en el CIT también se exhibe un garrote de niño que se vendía como “souvenir” en los años sesenta y setenta del pasado siglo (cesión de Carlos García Higón) u otro que se regaló como obsequio de la Asociación Peña Taurina El Torico en 1996. Este recuerda a las gayotas que siempre han fabricado los vecinos de Chiva, aprovechando las maderas fuertes y elásticas del terreno, como la del lidonero, la sabina, el níspero o el fresno. Útiles que se secaban en las cambras, tras el proceso de fabricación, allí donde se guardaban también los frutos de la cosecha, fecundados por las astas de nuestro Torico, el tótem lustral.
JCM
Centro de Interpretación del Torico (CIT)
Bastón de Juan Morea. 1945.
CIT