Nuevas piezas llegan en el último tramo de la exposición que acoge la sala de exposiciones temporales (Toriles) del CIT, botijos
Nuevas piezas llegan en el último tramo de la exposición que acoge la sala de exposiciones temporales (Toriles) del CIT. Entre ellas, queremos destacar una colección de botijos de Carlos García Higón, así como de algún otro de carácter singular. Con estas piezas se pretende homenajear a esta vasija milenaria que está en peligro de extinción, por el cambio de ritmos y de prioridades vitales entre las nuevas generaciones. Ésto, pese a que su utilidad se manifiesta hoy más que nunca, como una de las armas contra el cambio climático.
Recuperación del botijo
En este sentido, hay que reseñar que desde diferentes sectores se viene insistiendo en la recuperación de este instrumento tradicional, no solo como portador de valores simbólicos y sentimentales, sino para ahorrar de forma sencilla y eficaz electricidad, dejar de lado el consumo de plásticos y mantener las cualidades nutricionales del agua fresca. Lo hemos visto en varias campañas, en los últimos años, de la Fundación Tierra o de WWF, con motivo de la Conferencia Internacional sobre la Sequía.
Incluso la industria del cine ha impulsado distintas medidas para favorecer la sostenibilidad de los rodajes, reducir la huella ecológica de los mismos y lograr paliar el impacto ambiental de un sector cada vez más consciente de su papel para influir en los posibles cambios sociales necesarios para salvar el medioambiente. Una de ellas ha sido la implantación del botijo como alternativa a las botellas de plástico en los rodajes de cine, como se explicó en las Jornadas de Cine y Cambio Climático, celebradas en la LXIV Semana Internacional de Cine de Valladolid (SEMINCI).
Igualmente, por otra parte, también podemos destacar iniciativas como la de la Universidad de Alicante, “Plástico.0”, impulsada dentro de un plan de responsabilidad social y que ha tenido como parte más mediática el apadrinamiento de un objeto tan emblemático como es el botijo, concretamente de unas unidades que han sido adquiridas a una alfarería tradicional de la cercana población de Agost. Una medida ejemplar, que deberíamos tener en cuenta, y que tiene tres ejes: reducir el consumo de plásticos y envases, aumentar la eficiencia del reciclaje de residuos y, por último, mejorar la sensibilización de la comunidad y rescatar la conciencia ecológica.
Pero incluso esta pieza de ingeniería ancestral, cuyo sencillo mecanismo termodinámico todavía no ha sido superado por la potente industria del envase de plástico, ha inspirado proyectos arquitectónicos que buscan el ahorro energético, como el de “Patio 2.12”. Una iniciativa ideada en las universidades de Sevilla, Málaga y Granada, que busca la autorregulación de la temperatura de las estancias a través de una construcción basada en la cerámica y el exudado. Se aprovecha, pues, el llamado “efecto botijo”, pues éste, utiliza la arcilla, un material poroso que permite la evaporación del vapor del agua. De esta forma, los botijos, “sudan” el agua evaporada, manteniendo la restante fresca y a una temperatura en menor contraste con la ambiental.
Origen del botijo
Y es que, como apunta el dicho, el mecanismo de un botijo es simple, pero a la vez perfecto. El botijo, ideado en tiempos casi neolíticos, es sin duda la mejor opción para mantener el agua fresca; sin la refrigeración artificial y exagerada de la nevera que, en ocasiones, no resulta saludable. Además, elimina en parte ese sabor más “duro” que tienen algunas aguas del grifo.
Así pues, tenemos que cambiar el chip, hay que utilizar, pues, esa agua del grifo (la que más controles sanitarios tiene) envasada en cristal, aluminio o acero y, por supuesto, los tradicionales de barro o cerámica como el botijo. Tenemos que recuperar un utensilio dignísimo y eficaz, que forma parte de nuestra historia y nuestra cultura; que permite conectarnos con nuestra tierra en todos los sentidos. Es el momento de que nuestros artesanos vuelvan a aliarse con la naturaleza y a la vez, vuelvan a modelar, de nuevo, nuestra identidad reseca en el tendal del olvido, nuestra naturaleza arcillosa.
JCM. Centro de Interpretación del Torico (CIT)