En alguna otra ocasión hemos aludido a la antigua y simbólica fotografía de uno de los paneles del Centro de Interpretación del Torico (CIT), y que muestra uno de los rincones, sin duda, más mágicos de nuestra espectacular sierra: La Lándiga (no sabemos por qué, ahora le llaman “Alhondiga” -igual que, por ejemplo, a Briguela: “Brihuela”– … mis ancestros siempre les llamaron de la primera forma). Allí está la fuente más importante de nuestro territorio y ha sido lugar de herbaje y parada obligada para los ganados trashumantes que venían de la zona oriental de Cuenca y Teruel. De hecho, en el libro: Recuperación histórica de las vías pecuarias de la Baronía de Chiva” (2003), Francisco Pérez Calabuig, aclara que en los diferentes documentos como el Fiteo y Deslinde para el tránsito común de los ganados de la Cabaña Real en el término de Chiva (1781), que es una actualización deldeslinde de 1776, se cita a este manantial como: La Lándiga, haciendo referencia al abrevador que allí existe en el mismo espacio. Pero especifica que ésta podría ser la pronunciación popular del topónimo, pues en una anotación al margen en el acta de deslinde se dice: Alándiga; también en otras escrituras oficialesposteriores.
Este especialista ve inviable la denominación Alhóndiga (silo o granero), pero sí expone, las dos opciones mencionadas: la de Alándiga que podría derivar del árabe “al handaq” ( “el barranco”); o Lándiga que podría hacerlo de la palabra vascona “Landa” (zona de pastos), un idioma hermanado con el que hablaban los antiguos íberos, que, posiblemente, nos dejaron otros topónimos como “Urrea” o la mencionada “Briguela” (de “Briga”: “cercado”), por ejemplo.
Precisamente, en ese lugar telúrico, donde corre el agua cristalina y brava del barranco del “Nebro” (ahora ya no permanente y abundantemente, como hace unos años), se encuentra la ermita a la que acudían pastores, pero también carboneros, agricultores, “fornilleros” o leñadores que vivían y mantenían vivos nuestros bosques. Un templete en el que dicen que pasaba largas temporadas de reflexión y oración el padre Jofré (Juan GilabertJofré: Valencia, 1350–1417). Mercedario que dedicó su vida a la atención de los enfermos mentales, fundando, en 1409, el primer hospital en el mundo occidental para recoger a esos pobres dementes y expósitos: el de los Santos Mártires Inocentes. Precisamente, ese hospicio, se dedicó a la advocación mariana de Nuestra Señora de los Inocentes, popularizada, posteriormente,como Nuestra Señora de los Desamparados, actual patrona de Valencia. Por esta labor asistencial fue declarado por la Iglesia católica lo declaró “Siervo de Dios”.
Pero volviendo a la emblemática fotografía aludida, queremos fijar nuestra mirada, en esta ocasión, en el abrigo que aparece en el despeñadero del fondo, al otro lado de la rambla, al pie del pico de Hierbas: la Cueva de las vacas. En realidad, se trata de dos oquedades que se abren en un acantilado calcáreo, en forma de semicircunferencia, orientado hacia el Mediodía. El espacio está cerrado con un muro de piedra en seco para servir de corral yparece que había pinturas, en las paredes, de los animales a los que alude su topónimo, pero que han desaparecido (algo normal, si se tiene en cuenta el continuo descascarillado de la roca caliza a causa de los agentes atmosféricos y de la acción humana). De hecho, a falta de un estudio más exhaustivo de la cavidad, es muy probable que esas pinturas, como recoge la memoria popular,existieran en otra época, pues, el nombre no puede hacer aludir a que en ese punto se refugiara estas reses. Por la reducida área del cercado y por lo abrupto de terreno, no es lugar para acoger ese tipo de ganado vacuno sino, más bien, para encerrar otro tipo de rumiantes: las numerosas cabras y ovejas que acogieron siempre nuestros montes, como el resto de abrigos o cuevas en zonasescarpadas de esas montañas, por ejemplo, la del Casuelo.
Sí se encontraron en este yacimiento, pese a que la tierra de todo este espacio ha sido removida a lo largo del tiempo, numerosos materiales líticos y cerámicos, como señala el arqueólogo José Vicente Martínez Perona, en un artículo (“La cueva de las vacas”en la publicación Serie Arqueológica, nº 6 –Editado por la Academia de Cultura Valenciana, Sección de Prehistoria y Arqueología-), en 1979. Entre ellos, podemos destacar, por ejemplo, numerosos microrraspadores y hojitas, algunos de ellos atípicos, con borde o dorso rebajados junto con núcleos prismáticos o varios buriles nucleiformes. También un típico triángulo de cocina, un microburil y otro atípico o posible, lo que “nos induce a considerar este conjunto de materiales líticos como perteneciente al Mesolítico II, facies C, según la división que hace J. Aparicio Pérez del Mesolítico Mediterráneo Occidental” …
De hecho, este investigador sitúa a nuestra cueva entre los yacimientos más relevantes de este periodo en la vertiente mediterránea de la Península junto con la Apoquetería dels Moros, el Estany d’Almenara, la Covacha de Llatas, la Cueva de la Cocina, la de Zorra, la Albufera de Anna y la Casa de Lara. Otro lugar emblemático, pues, en un área mágica, a medio camino entrelos Monjes de Oratillos y la Virgen del Cuscurrús, la que se le apareció a Pinazo…
JCM
Centro de Interpretación del Torico (CIT)