En la primera parte de este artículo hablábamos de las diferentes tesis sobre el origen de las Fallas de San José y su íntima relación con otras hogueras rituales que, desde antiguo se han prendido en muchos lugares del mundo, también de Europa y la Península ibérica. Entre estos fuegos para celebrar los cambios de estación, la llegada de alguna festividad (fuego jubilar) o determinadas ceremonias solares de bendición, purificación y regeneración, mencionábamos la propia festividad de los Santos Medios; nuestras fallas autóctonas.
Ahora vamos a ver, esquemáticamente, la relación de nuestro pueblo con esas fallas de San José; en concreto con el modelo festivo burgués que triunfa en la ciudad de Valencia a finales del siglo XIX e irá ganando popularidad desde principios del siglo XX, extendiéndose a gran parte de municipios de nuestra región e incluso a otros lugares del mundo.
Para empezar, hay que reseñar que, como podemos ver en el artículo que esta semana se publica en la web del Centro de Estudios Chivanos (https://www.estudioschivanos.org), nuestro pueblo participará, en cierta forma, en el impulso turístico de proyección turística de las fallas modernas. Por aquí pasarán los trenes falleros que promueve la Asociación Valenciana para el Fomento del Turismo, a través de su revista Valencia Atracción, desde 1927. Y, por aquí o desde aquí partirán las Caravanas automovilísticas que, también, acercarán hasta la capital del Turia multitud de visitantes, para disfrutar las fallas. Como vemos en el blog del CECH, diferentes medios harán referencia a la algarabía que se formaba en Chiva con este acontecimiento.
Por otra parte, hay que reseñar el episodio fallero que David Mújica tituló “la falla de Santa Ana”, en el número seis de la publicación cultural “Átame” (año 2011). Este especialista comenta la “plantá” en Chiva, en el año 1936, de un monumento fallero controvertido, donde se satirizaron a los poderes locales “como realmente manda la tradición fallera”, así como la posterior represión a los impulsores. Este trágico episodio es el primer intento documentado de extender, a nuestro pueblo, esta festividad, como ocurre en los pueblos de alrededor. Quizá aquí no cuajó, por las consecuencias de este episodio narrado y porque Chiva tenía sus propias fallas, como hemos dicho, con una tradición muy consolidada, en honor a sus patrones y en fecha muy cercana. Por otra parte, hay que mencionar el hecho de que Chiva es un municipio agrícola con una burguesía poco potente que no impulsa lo suficiente este tipo de celebraciones más espectaculares y de más boato y se mantienen otras singulares y más sencillas manifestaciones de la cultura popular, contrariamente a lo que ocurre en otros municipios más cercanos.
Sin embargo, a la vez que va cambiando la sociedad y la popularidad de las fallas de la capital no deja de crecer, surgirán nuevas iniciativas para implantar esta festividad aquí, a finales de los cincuenta y en los ochenta (Fallas Estación y Adyacentes y Plaza Constitución). Precisamente en 1982, nuestra banda, la S.M. La Artística, fue invitada por la Junta Central Fallera para asistir a los actos finales de la Semana fallera de Madrid, acompañando a dicha entidad, a la Fallera Mayor de Valencia y a la Falla de la calle Lladró i Mallí. Como cuenta el diario el Levante, el 17 de enero, tras un vistoso pasacalle por la capital, que finalizó en la Plaza de España, y una extraordinaria “mascletá”, a los sones del himno regional, la Fallera Mayor le impuso a nuestra banda el “Bunyol d’Or”. Además, La Artística ofreció un emotivo concierto en el Centro Cultural de la Villa de Madrid, con temas valencianos.
Pero, no será hasta hace unos años, ya entrado el siglo XXI, concretamente en 2002 (acta fundacional de 15 de mayo), cuando se retoma seriamente el tema, con la fundación de la Falla Ramón y Cajal, y este festejo ya adquiere arraigo en nuestro pueblo y que funciona como asociación cultural, con actividades, también, a lo largo del año.
Por otra parte, nos gustaría acabar este artículo citando otras aportaciones a este festejo, desde nuestra localidad. Así, además de algunos escritores, como Claudio López Sanz o algunos artistas falleros, podemos reseñar la contribución de diferentes creadores plásticos o diseñadores como Óscar Mora, que ya, en 1995 ganó el premio de la Falla experimental del IVAJ. A partir de ahí entrará en contacto con Ferrán Martín, con quién ha colaborado en varios proyectos innovadores; también con el colectivo Purgatori (ya desaparecido) se preocuparán, a finales de los noventa, por recuperar la tradición de los “ninots” diseñados con trastos viejos, con material reciclable, que no contamine de la forma que lo hacen los monumentos sintéticos de poliuretano que se queman en la actualidad. Así materializarán obras atrevidas de un gran espíritu crítico reivindicando la recuperación de la tradición popular de la fiesta.
Porque, como hemos visto, en sus inicios, las fallas, como otros ritos de nuestra cultura popular, como algunos que se dan en nuestros festejos de agosto, nacieron con un espíritu mordaz, revoltoso. Porque la fiesta siempre fue el momento de la transgresión, del desahogo, de la inversión de valores, del regocijo y la libertad; o de la regeneración y la purificación, como el fuego de nuestros “sagatos”, de nuestras viejas “fallas”. Esas hogueras simbólicas y entrañables que nunca deberíamos dejar que se apagasen…
JCM.
Centro de Interpretación del Torico.