En otros artículos hemos comentado alguna de las escasísimas ocasiones en que se han alterado o suspendido nuestros festejos, por circunstancias muy perentorias, como ocurrió el pasado año. En esta ocasión queremos destacar, en este sentido, una anécdota que nos hace llegar desde el Centro de Estudios Chivanos (CECH) David Mújica Miró. Se sitúa en los años de la última de las guerras civiles que ha vivido nuestro país (1936-39), cuando la práctica totalidad de los mozos están en las trincheras de los diferentes frentes de combate y no se pueden celebrar las tradicionales carreras.
Era el año 1938, y en Chiva se encuentran refugiados gentes de diferentes lugares, mayoritariamente de Madrid. También hay que reseñar el devenir de soldados con direcciones distintas y en concreto, a finales de julio, llega del frente de Aragón una unidad de artillería denominada Batería Nº 38 del XXII Cuerpo de Ejército Republicano. Ésta estaba compuesta de tres cañones del calibre 76,2 rusos de nueva adquisición, servida por 80 artilleros que habían conseguido un permiso en nuestra localidad, que pudo alojarles. La mayoría de estos soldados, que fueron recibidos por el Comité Revolucionario, eran catalanes y, como señala Mújica, se reunían, a diario, en la plaza, alrededor de la fuente de los veintiún caños.
Parece que la llegada de estos jóvenes militares, trajo al pueblo entristecido un nuevo ambiente, organizándose bailes o verbenas; incluso la elección de Mis Artillería 1938. Para este certamen que ganó una chica refugiada, de Madrid, se instaló una tarima, detrás del antiguo juzgado, en el que desfilaron las chicas con vestidos de papel hechos a mano.
Pero lo que nos resulta curioso (y que nos retrotrae a películas cómicas como “La vaquilla”), es que, llegadas las fechas del Torico y a falta de mozos locales, los soldados decidieron hacer una colecta, entre todos, y comprar una vaca para que se siguiera celebrando nuestro ancestral rito. De esta forma, se desarrolló una particular y simpática carrera, casi berlanguiana, donde los corredores eran foráneos y el morlaco una vaca ensogada. Así, parece que los soldados se esforzaron de pleno, hasta que llegó el ocaso, y que hubo varios arrollamientos, pero que se cumplió la tradición de llevar el astado a casa de las mozas.
Pero, tras esta etapa festiva y aunque alguno se echó novia en Chiva (y posteriormente se casó aquí), los artilleros se marcharon a pelear hacia la sierra de Javalambre, a finales de septiembre. Era el final de una feliz estancia, que cambió el ambiente afligido del municipio por unas semanas, pero que, como insinúa David, también pudo precipitar el bombardeo de la Legión Cóndor que se produjo solo tres meses después.
Parece que en esos días joviales donde aumento el tránsito de gente, pudo pasar desapercibido un espía que, disfrazado de afilador, localizó los principales e importantes objetivos militares que se encontraban en nuestra villa (depósitos de munición, cuarteles, etc.). Algo que facilitó el dramático episodio mencionado, en el que otros militares nos visitaron pero no para lanzar carcasas rituales. Esta vez fueron los aviones alemanes, para disparar, sobre el pueblo, su carga mortal.
JCM
Centro de Interpretación del Torico (CIT)
Fotograma de La VAquilla.