La semana pasada volvimos a visitar (aprovechando, de nuevo, una reunión de trabajo) otro de los museos etnológicos que integran la Etnoxarxa, representando a nuestro Centro de Interpretación del Torico (CIT): el Museu Comarcal de l’Horta Sud Josep Ferrís March, en Torrente.
Este espacio cultural, se inauguró en el año 2000, en una antigua y preciosa casa de labradores, construida en la primera década del siglo XX, para dar a conocer la cultura tradicional de esta comarca vecina. Es un centro de conservación, difusión, investigación y exposición del patrimonio cultural que, además, está implicado en la dinamización social y cultural de su territorio; en base a aquellos elementos que históricamente han definido la personalidad de L’Horta Sud y constituyen sus señas de identidad.
Pero lo que nos volvió a llamar la atención en la visita a la exposición permanente, que permite conocer las formas de vida en la sociedad preindustrial, es (como nos ocurrió en los museos de Requena) la presencia de abundantes piezas de nuestros alfares. De nuevo, la cerámica de Chiva, se exhibe con gran dignidad, como parte de los bienes patrimoniales de esta comarca limítrofe. De esta forma, vuelve a quedar patente la importancia de nuestro pueblo como gran centro cerámico regional y el valor de esos productos artesanales que, como dijimos, podemos encontrar en otros espacios museísticos etnológicos o artísticos, como los Museos de Requena, mencionados, u otros como el del Nacional de Cerámica González Martí de Valencia, el de la Cerámica de Manises, el del Cantir de Argentona, el de cerámica popular en L’Ametlla de Mar o el del Traje de Madrid (Centro de Investigación del Patrimonio Etnológico), entre otros.
En Torrente encontramos, pues, algunas piezas interesantes, sobre todo tinajas de diferentes tamaños y lebrillos, utilizados para el almacenaje, la preparación de la cal o para uso gastronómico; una cerámica de basto que siempre ha brillado por su eficacia y utilidad, al margen de sus cualidades estéticas.
Pero además, también nos llamó la atención el zócalo o arrimadera de la entrada y la zona noble de la casa musealizada, construcción, a dos manos, típica valenciana. Son los mismos azulejos que decoran el gran salón de nuestro casino de la “Mutua” y que también vemos expuestos en el Museo de la cerámica de Manises, localidad de donde proceden. Por cierto, otro centro singular de los que forman la etnoxarxa y al que visitaremos en breve.
Así pues, seguimos viendo la importancia de los populares alfares chivanos, ya desaparecidos, algunas de cuyas piezas (cedidas por Carlos García y Joaquín Rodrigo) conserva el CIT, el espacio que mejor refleja nuestra particular idiosincrasia.
JCM
Centro de Interpretación del Torico