Como sabemos, el pasado 14 de febrero se inauguró, en la sala de exposiciones itinerantes Toriles, de nuestro Centro de Interpretación del Torico, la interesantísima muestra Animalart. La mirada etnológica en los dibujos de Giner. Una iniciativa que se ha ideado en colaboración con el museo dedicado a este gran escultor en Nules, ciudad a la que se trasladará una vez se clausuré en Chiva. De ahí que al acto asistieran, entre otros, representantes de este singularísimo espacio como el concejal de museos del municipio castellonense, Guillermo Latorre, o la hija y el nieto del escultor: Sol Giner y Carlos Vaquer.

Los asistentes pudieron disfrutar de la singular colección de dibujos animalísticos, enmarcada en un exótico espacio dotado de elementos como plantas, sonidos selváticos o paneles y piezas escultóricas y etnológicas relacionadas con la obra gráfica. Entre estos objetos, podemos destacar un torno de modelar y varias tallas de escayola; también diferentes medallas, para que los visitantes puedan introducirse en este exigente arte del que Enrique Giner fue uno de sus máximos representantes. Unos elementos cedidos, como los dibujos, por la familia y que se ubicaban en su taller vacacional en Alborache, localidad natal de su gran amigo el maestro Cervera Lloret, hijo adoptivo, por cierto, de nuestra Villa.

Así pues, se pretende aunar la didáctica a una propuesta artística donde no falta la emoción y la sorpresa. Este afán pedagógico sirve, además, de homenaje a este humanista que destacó también como profesor de gran parte de los mejores artistas valencianos del siglo XX, como Perelló La Cruz o Mora Yuste. De hecho, el primero de ellos cedió todo su legado escultórico al Museo de medallística de Nules, compartiendo espacio con otros escultores a los que une un lazo afectivo o profesional con Giner. Así éste centro, el único dedicado a la medalla en España -con piezas de los mejores artistas, desde el siglo XV hasta la actualidad-, se completa con una obra artística muy atractiva que viene a ser representativa de gran parte de la escultura figurativa valenciana del pasado siglo.

De esta forma, junto a los estudios de animales que pueblan la sala, esbozados desde los años veinte a la década de los sesenta, se une una pequeña muestra de escultura medallística, donde se puede apreciar su estilo vital, sensual. Una forma de hacer caracterizada por la síntesis, la fuerza expresiva o esos planos vigorosos, que tanto influyó en sus alumnos.

Como destacó Guillermo Latorre en la inauguración, ningún artista, escultor o de otra rama, en nuestro país, ha sido exclusiva o preferentemente medallista, como es el caso del creador nulense o como lo fueron, por ejemplo, Chaplain o Roty en el contexto parisino. En la medalla se sintetizan las diferentes artes -pintura, escultura, arquitectura o literatura- y hace falta un gran virtuosismo técnico para poder enfrentarse al formato y el tamaño que requiere el modelado de la medalla; además de poseer unos vastos conocimientos en campos como el simbolismo, la historia o la filosofía.

Su producción medallística se extenderá, pues, en un dilatado espacio de tiempo, desde 1920 a 1983, mostrando en ella una evolución lógica, sin perder nunca en su estilo, la referencia de la figuración y la realidad. Vemos como recibirá numerosos galardones desarrollando piezas conmemorativas y por encargo; también otras donde se expresa con mayor libertad, mostrando su personal ideario humanitario, como se puede observar en las imágenes y en las originalísimas leyendas, de obras como las de la serie Ara y siembra, algunas de las cuales podemos ver expuestas ahora en Chiva. No se pierdan, pues, esta muestra esencial que permanecerá en Toriles, hasta el 14 de marzo, capaz de favorecer la interacción y la comunicación, como las dos caras icónicas de una medalla.

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